Cuando se habla de tercera edad se hace referencia a personas mayores de 65 años.
El envejecimiento implica un deterioro progresivo de los
procesos de digestión, absorción, utilización y excreción
de nutrientes.
Esto va a condicionar las estrategias dietéticas, nutricionales
y culinarias de las personas o colectivos de avanzada edad.
A la hora de plantearse de que forma los cambios fisiológicos
que conlleva la edad repercuten sobre nuestras necesidades
y como debemos adaptar nuestra alimentación a este proceso,
es importante comprender que no se trata de cambiar la
alimentación de esta u otra forma porque "uno cumple 65
años".
Hay que ser flexible y sobre todo razonable.
Cuando se llega a la tercera en muy buenas condiciones físicas,
psíquicas y sociales, sin que los cambios fisiológicos se manifiesten
de forma que alteren la vida normal ni la salud, "no es necesario
modificar la dieta sobre la aconsejada para un adulto sano de
actividad normal", con las precauciones y cuidados que se
desprenden del sentido común, del apetito y de las costumbres.
No obstante, cuando la situación se aparta de la normalidad y
aparecen determinadas patologías hay que llevar a cabo ciertos
cambios considerables en la alimentación.
Recomendaciones generales
Como las personas mayores suelen ser más sedentarias las
necesidades energéticas son menores que en la etapa adulta.
Se debe controlar la ingesta de azúcar y alimentos que lo
contengan porque es frecuente la hiperglicemia ( aumento de
azúcar en sangre).
Pueden aparecer problemas osteo-articulares por lo que se deberá
cuidar la ingesta de lácteos (mínimo 2 vasos al día).
Es muy frecuente el estreñimiento, para solucionar este problema
es conveniente aumentar la ingesta de fibra alimentaria a través
de un mayor consumo de frutas, verduras y alimentos integrales.
Se debe vigilar la ingesta de sal y alimentos que la contengan, ya
que la hipertensión arterial es muy frecuente en esta etapa.
Con respecto a la consistencia de los alimentos hay que tener en
cuenta que las pérdidas de piezas dentales, dificulta la masticación,
por lo que las preparaciones deben ser de fácil disgregación y
masticación.
Pautas para una buena alimentación en la tercera edad
"En una dieta para ancianos se debe asegurar una buena disponibilidad
de nutrientes, unas preparaciones culinarias agradables y un marco físico
acogedor y sin tensiones" (Aranceta, 1988).
Las dietas serán sencillas y de fácil preparación.
Los alimentos tendrán una presentación vistosa y agradable.
Fraccionar la dieta en 4 ó 5 comidas diarias.
La cena debe será ligera.
Se debe moderar el consumo de café y de bebidas excitantes.
No se debe abusar de licores y bebidas edulcoradas.
Es importante que los alimentos sean vehículo de salud y que su
degustación se realice dentro de un marco de armonía.
Mantener en lo posible los hábitos y gustos personales
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